sábado, 24 de octubre de 2009

Así vivimos el asesinato y entierro de Monseñor Romero

En marzo del 2010 se cumplirá 30 años del asesinato de nuestro Pastor, Monseñor Oscar Romero; El Salvador sufría una de las represiones más brutales que se hayan vivido en su historia, nos preguntábamos los cristianos organizados en las comunidades eclesiales de base, ¿qué más pasaría? si ya habían asesinado al máximo jerarca de la iglesia católica, ya no se detendrían contra los miles y miles de salvadoreños que exigíamos justicia social; lamentablemente así fue, no se detuvieron los asesinos y El Salvador se hundió en una guerra que duró 12 años, cuyas secuelas aún las andamos cargando.


A pesar que tenía 13 años, recuerdo muy bien los pormenores que sucedieron a la muerte de Mons. Romero; eran alrededor de las 7 de la noche, cuando en mi casa, ubicada en los apartamentos “Molina” en la 9ª. Avenida Sur de Santa Tecla, encendimos la radio como comúnmente lo hacíamos a esa hora para escuchar las noticias, fue la Radio cadena YSU, donde escuchamos la voz dramática y entrecortada del locutor, informando que hacía unos minutos Mons. Romero había sido asesinado de un disparo en el corazón, no lo podíamos creer, los vecinos salían de sus casas con su mirada perdida, preguntándose así mismo, si era cierto lo que escuchábamos, otros, mejor cerraron sus puertas a lo mejor creyendo que así estarían más seguros.

Al poco tiempo, llegó Mercedes Cañas y Salvador Ernesto, hijos de Doña Raquel Cañas, una de las fundadoras de la Comunidad del Padre Rafael Palacios de Santa Tecla, con otra señora de la comunidad que no recuerdo su nombre a invitarnos para ir como delegación de la comunidad cristiana a todos los colegios católicos y parroquias de Santa Tecla a que nos pronunciáramos como cristianos por tan grave acontecimiento; se les pedía a las parroquias que justo a las 8 de la noche hicieran repicar el campanario y, a los colegios que suspendieran las clases y explicaran a los alumnos y padres de familia las razones de tal disposición, algunos tomaron a bien la iniciativa, otros, nos cerraron las puertas e insultaron.


“…Que tristezas Santa Tecla
              mucho rezo y devoción”...


Santa Tecla siempre se caracterizó por ser una ciudad muy católica a lo tradicional, cuando irrumpen las comunidades eclesiales de base en esta ciudad como en 1974, muchos sacerdotes y señoras de la “alta sociedad” pero muy católicas, pusieron el grito en el cielo, no iban a permitir que sacerdotes llamados de “la nueva ola”, llegaran con ideas raras como eso de la Teología de la Liberación, de que el reino de Dios se construye en la tierra y no en cielo, que los pobres son los llamados por excelencia a construir el reino de Dios, en fin, ese nuevo planteamiento que traían consigo las comunidades eclesiales de base, no era otra cosa, decían, que “el comunismo en su máximo esplendor”.



Me parece que fue para la semana santa de abril de 1976, cuando el padre Rafael Palacios y la comunidad pusieron en la iglesia de El Calvario a un Cristo obrero cargando no una cruz sino, una caja grande de cartón donde se leía: pobreza, explotación, hambre, etc., como representando un Cristo pobre encarnado en el hombre y la mujer que viven diariamente la dura realidad de la injusticia social y que no hay peor pecado que ser indiferente ante esto. Lógicamente, al Padre le llovieron las críticas y reclamos de sacerdotes y beatas de Santa Tecla, pero también, la admiración de gente humilde que se veía identificada con esa imagen del Cristo obrero, a partir de ahí, fue como el nacimiento de la nueva Comunidad del Padre Palacios, niños, jóvenes, adultos y ancianos que sumaban poco más de cien, estarían con él hasta el día de su asesinato en Junio del 79 y unos pocos años más como comunidad errante.



 
De la Iglesia El Calvario hasta Catedral


La comunidad de Santa Tecla, se reunió en la iglesia El Calvario de la misma ciudad, se evaluó el asesinato de Mons. Romero, su impacto y trascendencia para el país, especialmente para los cristianos comprometidos, se leyó algunos versículos de la Biblia, se reflexionó sobre el significado de la muerte de Mons. Romero, su legado de fé y entrega hasta dar la vida por el prójimo; luego se definieron algunas tareas que los miembros de la comunidad realizaríamos, por ejemplo, todos los jóvenes nos involucramos a la elaboración de mantas, las cuales se iban a poner en las iglesias de Santa Tecla y otras se ubicarían en Catedral, justo donde estaba siendo velado en ”capilla ardiente” los restos mortales de nuestro Pastor, algunas mantas decían lo siguiente, “No hay amor más grande que el dar la vida por el hermano”, “la verdad nos hará libres”, “Mons. Romero tu sangre es semilla de libertad”, etc.



La noche del asesinato de Mons. Romero estallaron alrededor de seis bombas sólo en Santa Tecla, en San Salvador fueron entre ocho o diez adjudicadas por comandos urbanos de la guerrilla, en repudio a este hecho abominable, parecía que las cosas se iban a poner peor y todos pensamos que esto de alguna forma aceleraría las condiciones para una insurrección general, o sea, la gente estaba indignada y lo único que quedaba por hacer es organizarse y luchar.




Recuerdo que en la comunidad de Santa Tecla a raíz del asesinato de Mons. Romero, algunos se organizaron y se fueron a la clandestinidad, otros, se fueron del país como refugiados políticos, otros, se salieron de la comunidad por temor a la represión, y otros, nos mantuvimos en la comunidad pero también colaborando con las organizaciones revolucionarias con mayor cautela, pues considerábamos que sólo en la comunidad no dábamos el aporte completo a la causa, lo que llamábamos “dar el salto de calidad”, este dilema se discutía mucho en la comunidad, si un cristiano puede ser revolucionario a tal punto de tomar las armas, esto provocó serios cuestionamientos con la iglesia católica, creo ahora, que el momento lo ameritaba, si fue lo correcto, habría que discutirlo.




El entierro bajo las balas




Fue un domingo 30 de marzo, amaneció soleado y con una tranquilidad aparente; para no despertar sospecha, se decidió en la comunidad que cada quien se fuera por sus propios medios y no en grupo porque era arriesgado por los retenes militares, salimos (mi mamá, mi hermana y Yo, mi hermano mayor se fue aparte) como alas 7 y media de la mañana, tomamos la ruta 101 y nos bajamos en el Parque Hula Hula, buscamos la marcha de la Coordinadora Revolucionaria de Masas que iba llegar de lado sur de Catedral Metropolitana de San Salvador, nos dispusimos a caminar hasta el Parque Cuscatlán que era desde donde saldría la marcha.

En ese trayecto, pudimos constatar que en los edificios aledaños a Catedral, habían sujetos armados, algunos con uniformes de la extinta Policía Nacional protegidos con chalecos antibalas en posición de disparar, me imagino que era la práctica de siempre en todas las marchas, ubicar francotiradores y disparar a matar, ese día no iba a ser la excepción.


Nos encontramos con la marcha de la CRM, nos unimos a ella donde iban los compañeros del Bloque, ahí vimos a Chanito,(Feliciano Maravilla) dirigente campesino quien nos saludó y nos dio unas gorras para el sol y propaganda donde se repudiaba el vil asesinato de Monseñor Romero, en las mantas se leía, “Mons. Romero profeta y mártir”, “Repudiamos el cobarde asesinato de Mons. Romero”, “Mons. Romero tu sangre es semilla de nuestra liberación”, entre las consignas que gritamos fueron, “Estado de sitio, ja,ja,ja”, “quien mató a MOns. Romero…la burguesía criolla y el imperialismo yanky”, “cuatro pelones… ja,ja,ja,”, “ ...y la Junta, a la mierda…y la mierda, a la junta”, en este caminar vi que a la marcha se le unía más y más gente, era un mar de gente indignada y dispuesta a hacer oír su voz de condena, para quien nunca estuvo en una de esas marchas de la CRM, puedo decirle sin temor a equivocarme que se siente una emoción muy especial, ver a miles y miles de compañeros que piensan como uno, sienten y sueñan como uno, se sentía una fortaleza interior inmensa, una alegría y fraternidad que no lo he sentido por muchos años aún en tiempos de paz.


Para los estudiosos de la cultura popular y la comunicación social, justamente en este tipo de marchas se dieron una serie de significados y significantes que acentuaban la cohesión de los manifestantes, y fortalecía su moral, por ejemplo, gritar a una sola voz las consignas, el colorido de la marcha, el vestuario, las mantas de diversos colores predominando el rojo, amarillo y negro, la secretividad, la complicidad y otros elementos muy importantes en toda manifestación popular.

Como señal de luto se nos dijo que entraríamos a la plaza Gerardo Barrios o Plaza Cívica, con el puño izquierdo alzado, ya la plaza estaba atiborrada de gente, vimos pasar de nuevo a Chanito, apurado con otros compas del Bloque y una pila de propaganda en sus manos, una noche antes, Chanito había ido a recoger un revolver 38 a la casa, se esperaba que los cuerpos represivos iban a reprimirla, me imaginé que andaba en labores de seguridad, cuando nos despedimos al finalizar la marcha, nos dijo, - los veo más tarde, sino… hay llego a la casa.

La misa ya había comenzado cuando ingresamos a la Plaza, mi mamá, mi hermana y Yo, nos dirigimos a un costado de Catedral del lado del parqueo, ahí nos encontramos a Carlos “gordo”, un miembro de la comunidad, nos dirigimos a comprar refresco, tomándolo estábamos cuando de repente escuchamos un gran estruendo y disparos por todos lados, pasó lo que habíamos previsto que pasaría, no sé ni en qué momento, corrimos despavoridos hacia la puerta lateral de Catedral, en ese momento estaba solo, toda la gente estaba concentrada en la entrada principal, entramos semi- agachados por aquello de lo disparos, nos tiramos al suelo bajo unas bancas, miré hacia arriba y vi como las balas rebotaban en el concreto y desprendían la arenilla y se formaban pequeñas nubes de polvo, eso sucedió como unos treinta o cuarenta minutos, afuera se escuchaba un ruido ensordecedor entre gritos, explosiones, sirenas de ambulancias, en cuestión de segundos el interior de Catedral quedó repleta de gente, muchos heridos, golpeados, desmayados, algunos con shock nervioso, otros sin zapatos, o la ropa desgarrada cuando trataron de ingresar casi encima de los que se habían caído en el trayecto, en fin, era una locura todo aquello.


A la par mía había un señor que se estaba ahogando por un disparo que le había entrado en el abdomen, llamaron a unos paramédicos que afortunadamente se encontraban por ahí y lo atendieron, a un lado estaba una religiosa orando con un crucifijo en mano, más allá una señora desmayada, el calor era insoportable, no cabía ni un alfiler y seguía llegando más gente, mi mamá, con mucha angustia dijo, - y Mario, dónde estará… Dios quiera no le pase nada.


En esa situación pasamos como hora y media, la zozobra era indescriptible, creíamos que eran nuestros últimos minutos de vida, nos imaginábamos que el ejército, la Policía y la Guardia, ingresarían de un momento a otro a Catedral y harían una sola matanza, pues ellos contaban con todo a su favor, armas sofisticadas, tanques, tanquetas, ametralladoras, aviones, helicópteros, en fin, era el poder real, el pueblo organizado, apenas con unos cuantos fusiles y pistolitas como la que recogió Chanito en casa la noche anterior, esa desigualdad me daba más pánico todavía.

Hubo un momento en el recinto de Catedral que ya no cabía ni un alma, y se corrió la voz, que se iban a cerrar las puertas, ya el féretro de Mons. Romero me pareció que bajo esas circunstancias se había enterrado ahí mismo, al cerrarse la puertas de repente hubo una algarabía y todos empezaron a aplaudir, empezamos a hacer lo mismo, mi mamá Mary, mi hermana Guadalupe y Yo le pregunté porqué aplaudíamos, ella me dijo muy alegre, - ya se fue el ejército, los “muchachos” los corrieron… dicen que ya se tomaron el poder, cómo es eso me pregunté, nosotros aquí encerrados y el poder ya está tomado, más me pareció que alguien corrió la “bola” como para calmarnos de nuestros nervios y olvidar esa crisis .


Quien estuvo ese día en Catedral y lee este relato no me dejará mentir, que lo que cuento es verdad, por un momento se corrió esa bola en Catedral y si son más curiosos, escucharán en las grabaciones video gráficas que andan circulando por ahí, el sonido de los aplausos al fondo casi al final del video.


La verdad de todo es que los aplausos eran porque las organizaciones revolucionarias habían impedido que la masacre fuera mayor, al evitar que el ejercito ingresara y dejara una estela de sangre en los contornos de Catedral; la valentía, la convicción que la causa era justa y que primero era el amor al pueblo, las causas por las que no hubo más gente afectada; si ven los videos históricos apreciarán el arrojo de los muchachos organizados levantando gente, poniendo sus cuerpos como escudo para que no fuera a caerle un disparo a la señora humilde, al anciano indefenso a la niña que no hallaba a sus padres, en fín, sólo el amor al pueblo hace valiente al mismo pueblo organizado, de no ser así, es probable que hubieran sido más víctimas.


Al salir de Catedral nos topamos con la dura realidad, salimos con las manos en la cabeza, los hombres con la camisa levantada en señal que no llevábamos armas, ya los muchachos se habían replegado y ahora era el ejército quien nos desalojaba, habían unos camarógrafos internacionales cubriendo esa escena, al fondo se veían edificios en llamas, carros incendiados, como a unos cien metros algunos cadáveres destrozados bajo los carros, quizás buscando resguardo, curiosamente el cielo nublado, como si la lluvia empezaría a caer de un momento a otro.


Caminamos hasta tomar el bus que nos llevaría a Santa Tecla, todavía la gente estupefacta de lo que había pasado, nadie quería hablar de eso, más que irse cada quien para su casa.


Chanito llegó al día siguiente a la casa, nos contó que él estaba frente a catedral, justamente en el parqueo por el murito que separa la plaza con la acera, ayudando a la gente a resguardarse y de vez en cuando disparando hacia el edificio del Banco Hipotecario y Palacio Nacional que era donde estaban los francotiradores que le disparaban al pueblo que quería enterrar a su Pastor.


Ahora, han pasado 30 años y todavía no se ha enjuiciado a los asesinos de Monseñor Romero, Chanito fue desaparecido un 30 de Octubre de 1980, y como ellos han sido miles y miles los que entregaron sus vidas en la búsqueda de la paz con justicia social, ahora, se firmó la paz, pero lo principal quedó de lado, como es enjuiciar a los criminales del pueblo, las heridas no se han cerrado, están abiertas, hay que cerrarlas con verdad y justicia para no olvidar lo que en El Salvador se vivió.


jueves, 8 de octubre de 2009

La historia que no contaron

Hay historias que no se cuentan, están ahí, agazapadas, queriendo ser descubiertas desde su anonimato, desde su ocultamiento conveniente, me refiero a esos héroes y mártires de la historia reciente de El Salvador, esos personajes que han escrito con su sangre gloriosas páginas en la lucha por una verdadera independencia y liberación en nuestro país.

Según la historia oficial, esa que se maneja en las escuelas y en los actos cívicos en el mes de la independencia, existe una sola historia, de unos señores que en 1821 conquistaron la independencia del yugo español y lograron la libertad para los centroamericanos, pero me pregunto, ¿hasta dónde alcanzó o llegó la tal independencia?, ¿cuántos gozamos de esa independencia y libertad que se pregona cada 15 de septiembre?

Me parece que en esos avatares de la independencia, como siempre, se le hizo la “camita” al pueblo como generalmente se le ha hecho en todas gestas libertarias, si bien, nos liberamos del yugo español, caímos en desgracia con quienes quedaron en el poder, que para el caso fueron los latifundistas criollos, hay que leer detenidamente la historia para darnos cuenta.

A lo que quiero llegar es que, siempre que el pueblo se “encachimba” y agarra al “toro por los cuernos”, vienen algunos tipos que se la llevan de más listos, y le hacen “la camita” al pueblo y este queda como dicen, “sólo milando como el chinito”, toda esa acumulación de la experiencia organizativa y combativa se diluye porque las “reformas” del nuevo gobierno o junta de gobierno, opaca lo conquistado y baja la efervescencia social.

A lo largo de la historia que no se ha contado está la gesta libertaria de Anastacio Aquino, Rey de los Nonualcos, en 1836 si mal no recuerdo, que al ver que le habían dado “atol con el dedo” al pueblo con eso de la Independencia, él no se la tragó y organizó a los indígenas de la zona paracentral del país, puso en jaque al gobierno “de la independencia” pero lo mandaron a matar; dice nuestro bien recordado Roque Dalton en su Monografía de El Salvador”, que el indio Aquino, ya tenía el poder en sus manos, pero no se había dado cuenta y le traicionaron.

Así, vemos en el transcurso de la historia, la insurrección de los campesinos en 1932, conducida por el Partido Comunista de El Salvador, a la cabeza Farabundo Martí; el levantamiento mayor se dio en la zona occidental del país, los campesinos no tenían tierra, trabajaban de colonos en las haciendas de los terratenientes como si fuera un feudo, cada hacendado era potestad sobre determinada cantidad de campesinos sin tierra, estos estaban obligados a trabajarle la tierra, vivir en ella, recibir una pírrica paga y comprar lo necesario sólo en las tiendas de los hacendados y pagar con la moneda que este mismo había inventado como para tener control de que no lo hicieran en otra hacienda.

Mi abuelo, José León Flores fue un colono de una hacienda en Sonsonate, él murió a los 97 años en el 2000, contaba que para la insurrección del ´32 tenía 28 años, se encontraba trabajando la tierra cuando llegó la patrulla a capturarlo junto a su hermano Berna, la patrulla estaba conformada por para- militares pagados por el hacendado; contaba mi abuelo que los llevaron a un predio abierto, a un lado del casco de la hacienda, ahí estaba un buen número de campesinos que se disponían a cavar unas sanjas por ordenes de los militares, mi abuelo y su hermano se dispusieron a hacer lo mismo, de pronto, el grito del oficial, -¡formen filas de 3 cada una!, luego le pregunta otro oficial, porqué de 3, el otro le contesta, porque así ahorramos “parker” .

Formada las filas, se alista el pelotón de fusilamiento con sus fusiles “Madsen”, los campesinos que trabajaban la tierra a los hacendados, ahora iban a ser fusilados por pura sospecha, porque entre estos, podría estar alguno que encendiera la mecha de la venganza y se organizaran en el partido comunista, para matar a quienes les daban de comer, y hasta se comerían a sus niños “chelitos y rubiecitos”.

Mi abuelo y su cuñado Berna, estaban en la fila dispuestos a ser fusilados sin preguntar nada, sin quejarse de nada, tan sólo aceptando ese destino tal vez trágico por el hecho de ser campesinos, trabajar la tierra y hacer que prosperara la hacienda del patrón, ha sido muy bueno al habernos aceptado en sus tierras y vivir con mi familia, a lo mejor se respondía con resignación justo antes de ser atravesado por la bala del fusil “madsen”.

En posición de disparo estaba el pelotón de fusilamiento, cuando un patrullero le dijo a otro, -¡mirá, y ¿estos dos que no son de la hacienda de al lado?, ¡- es cierto vos…estos no se meten en nada, soltalos, que se vayan!; así, la historia de dos vidas que se salvaron, por un recuerdo vago de uno de los militares que los había visto trabajar la tierra a mi abuelo y su hermano en la hacienda de al lado, así , la vida y la muerte sólo pendía de una delgada línea.

Mi abuelo contó que en ese momento, sentía que volvía a nacer y agradeció silenciosamente a los militares por acordarse de él y no fusilarlo, se retiraron apresuradamente y sólo se oyó a lo lejos, justo antes que los fusiles dispararan la bocanada de fuego al pecho de los campesinos decir a uno que otro, ¡viva el partido comunista salvadoreño!, de pronto, silencio total, uno que otro disparo rematando al que no había muerto en la primera tanda.

Mi abuelo externaba que muy en su interior, admiraba a los campesinos alzados, por su valor de enfrentarse a un enemigo muy poderoso, muy bien recordaba a los universitarios fusilados en San Salvador, ellos eran Farabundo Martí, Mario Zapata y Alfonso Luna, y a sus hermanos de clase, Feliciano Ama, Francisco Sánchez y tantos otros.

Cuando en nuestra casa se reunían campesinos y obreros del Bloque Popular Revolucionario, BPR, a finales de los setentas, recuerdo que en más de alguna ocasión mi abuelo platicaba con Félix García o Chanito (Feliciano Maravilla) y le contaba esta misma historia que hoy he relatado y ellos con admiración le escuchaban y le decían, -¡no abuelo, hoy las cosas van a ser distintas, la toma del poder está cerca!

Félix García fue asesinado junto a Patricia Puertas, su esposa, Apolinario Serrano, Polín y José López, los cuatro dirigentes de la FTC, Federación de Trabajadores del Campo, frente al cuartel de Caballería un 29 de septiembre de 1979, a Chanito, Feliciano Maravilla, otro dirigente campesino del Bloque, fue desaparecido un 29 de Octubre de 1980, cuando iba a contactarse con un compañero en Usulután.

La historia de nuestro país está hecha por esos héroes anónimos, que ofrendaron su vida para las futuras generaciones vivan con justicia y dignidad, creo con seguridad a no equivocarme que ese era su principal compromiso de lucha.

A propósito de héroes nacionales

No sé porque razón, cuando vi el desfile militar de la Fuerza Armada de El Salvador, en los actos conmemorativos de la independencia patria el pasado 15 de septiembre, tuve sentimientos encontrados, por un lado celebramos la independencia bajo un gobierno de izquierda y por otro vi lo mismo que se hacía durante y después del conflicto armado, el ejército en el estadio “Mágico González” antes Flor Blanca, demostrando su poderío militar en acrobacias y simulaciones de combate contra “terroristas”.

En tiempos del conflicto bélico, estas demostraciones eran pura propaganda de guerra, a los guerrilleros del FMLN se les denominaba “terroristas”, eso a si fue y nadie puede negar lo contrario, entonces, hoy, en tiempos de paz y bajo un gobierno de izquierda me parece contradictorio y lesivo a la memoria histórica, pues estas demostraciones confunden a la gente que llega a presenciarlos y quienes lo ven por la tv, ¿a quiénes atacan los soldados cuando bajan de sus helicópteros y rodean una choza como si fuera campamento guerrillero? No creo que fueran a narcotraficantes pues nunca hemos sabido que tienen campamentos o puestos de mando.

Por lo anterior, sería bueno ir dejando esas prácticas en el olvido y mejor realizar actos que nos recuerden a quienes iniciaron gestas libertarias como los campesinos de 1932, a los obreros que iniciaron la huelga general de derrocó al Gral. Martínez en 1944, a los maestros de ANDES y obreros organizados en sindicatos que realizaron las gestas libertarias como la huelga general de 1968 que coadyuvó a mejorar las condiciones de vida de maestros y obreros, y sobre todo recordar, a todos aquellos luchadores sociales que iniciaron la gesta libertaria durante la década de los setentas y ochentas organizados en sindicatos, organizaciones campesinas, comunidades cristianas, universitarias, etc.

Hace falta contar la historia no oficial, la historia que vive en el imaginario popular, y que se va contando de generación en generación, por ejemplo, traigo aquí la siguiente historia de 3 héroes nacionales que dejaron huella imborrable en la lucha revolucionaria de El Salvador.

Tres héroes en Santa Tecla

Un 11 de octubre de 1976 ocurrió algo inédito en la ciudad de Santa Tecla, tres jóvenes estudiantes morían combatiendo contra todo un ejército y cuerpos de seguridad en el interior de una casa de la colonia Don Bosco, a la salida de la ciudad; lo jóvenes eran miembros de las Fuerzas Populares de Liberación, FPL Farabundo Martí, organización político-militar creada en 1970 bajo la estrategia de guerra popular prolongada hasta la toma del poder por la vía armada.

Estos valientes jóvenes eran EVA, CHICO Y TOÑO, sus pseudónimos, Clara Elizabeth Ramírez, era Eva, Alejandro Solano, Chico y Andrés Torres, Toño; ellos habían escogido Santa Tecla por algún motivo, para vivir bajo una cobertura legal, en realidad era una casa de seguridad del partido, por lo que he leído, Eva y Chico, simulaban ser una pareja, Toño llegó posterior, a lo mejor como hermano de alguno de los dos anteriores.

Lo que se sabe es que alguien delató a los jóvenes, no sé si entre los vecinos o venía un seguimiento desde muy atrás a raíz de un “dedazo”, lo cierto es que le cayeron a la casa la noche del 11 de octubre, como a las 9 ó 10 de la noche y los balazos todavía se escuchaban a las 6 de la mañana.

Increíble, tres jóvenes, pusieron en jaque a un ejército combinado y muy bien armado, ese era el temple revolucionario con que se gestaba el nuevo día, se gestaba por mujeres y hombres de carne y hueso, pero con una contextura revolucionaria que sólo el amor al pueblo puede hacerlo posible.

Qué más héroes que Eva, Chico y Toño, “los fundadores del alba” como escribió Marta Harneker en su libro, “Con la mirada en alto” que cuenta la historia de las FPL, que más héroes que Felipe Peña Mendoza y Gloria Palacios que murieron un año antes, en las mismas condicione, o, el ejemplo de la profesora Inés Dimas Alas, combatiendo en una casa de seguridad en San Salvador, repito, la historia de nuestro país está llena de héroes, debemos conocer más de la historia reciente de El Salvador.

Como a las 11 de la noche, comenzamos a escuchar un traqueteo de fusiles y disparos de bajo calibre; desde de mi casa hasta la colonia Don Bosco, hay aproximadamente 2 y medio kilómetro, pues vivíamos cerca del Hospital San Rafael, los disparos dejaban de oírse luego se incrementaban, fue de toda la noche que no dormimos, elucubrando que a lo mejor había alguna alborada que se celebraba algo y no sabíamos de qué, o, a lo mejor se había incendiado el almacén “El Dragón” que quedaba en un portal del centro de Santa Tecla, pero no fue eso.

A la mañana siguiente, mi madre y Yo, salimos al mercado a comprar lo necesario para el almuerzo que les prepararía a los seminaristas jesuitas de la casa de Antiguo Cuscatlán, pues como he escrito en otros artículos, mi madre era la cocinera de los jesuitas, ya la noticia se había regado como pólvora y todo mundo comentaba en el mercado, sobre los muertos de anoche, nadie decía, “Terroristas”, sólo “muchachos”, el término “terrorista” fue acuñado por los periódicos, La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy, con eso de la guerra fría, se decía que los comunistas eran los mismos terroristas.

En la tarde, me dice mi madre, -vamos a ir a ver cómo quedó la casa que balacearon ayer en la Don Bosco; eran como las 5 de la tarde cuando llegamos, había un buen número de gente curiosa, algunos tapados con pañuelos y con los ojos enrojecidos, quizás desde unos 10 metros antes de llegar a la casa se sentía todavía el efecto de los gases lacrimógenos, era insoportable estar mucho tiempo ahí, mi madre me tomó de la mano y entramos, confieso que a mi edad ( 9 años) me costaba entender muchas cosas, sin embargo, me llegué a interesar mucho de este tipo de acontecimientos; al entrar, vimos vidrios quebrados en el piso, paredes balaceadas, el techo abierto por el impacto de las balas, muebles tirados, todo era un completo desorden, pero al girar vimos lo que jamás he olvidado a mis 42 años, escrito en la pared las siglas “FPL” en la última letra una línea roja que se perdía hacia abajo, luego me enteré que esas letras fueron escritas por Toño justo antes de morir, fue su sangre con la que escribió fpl, Yo vi esas letras escritas en la pared; ahora, al recordar esos hechos, no dejan de conmoverme, pero al mismo tiempo me llenan de satisfacción saber que tuve el honor de ver la luz de la esperanza, de la bondad, de amor que se entrega por el prójimo y ese prójimo es el pueblo justo en esas tres letras FPL.

Me pregunto ahora, ¿cómo puede alguien escribir con su sangre fpl,?, sólo en el himno nacional se escuchan esas cosas de que “con su sangre escribió libertad “, pero verlo en carne propia, puedo pensar que cuando el oficial leyó esas tres letras, estoy seguro que sintió miedo, miedo de lo que estaba por venir, miedo de sí mismo y de los demás, haber asesinado a tres valientes, rompía con todos los cánones de honor en la milicia. La suerte ya estaba echada.

Hoy que recordamos a Eva, Chico y Toño, en su gesta libertaria, de un 11 de octubre de 1976, hoy que se recuerda la guerrillero heroico, Ernesto Che Guevara, que se celebran los 29 años de nacimiento del FMLN, bueno es recordar a los héroes, nuestros héroes del 11 de octubre, EVA, CHICO y TOÑO, me siento orgulloso como tecleño, que esta ciudad haya dado cobijo a estos tres jóvenes valientes, y que guarde en su memoria como tesoro histórico de la ciudad, la gesta de estos verdaderos héroes de la patria que hoy recordamos.







Fotografías: Libro Con la mirada en alto.  Marta Harneker