viernes, 17 de diciembre de 2010


Mi captura


Para llegar a los hechos de mi captura, necesariamente debo hablar aunque de manera breve  algunos antecedentes de mi vida que marcaron mi participación en el movimiento social, desde las comunidades eclesiales de base, CEB, en Santa Tecla,  hasta el movimiento revolucionario en la lucha de liberación.

En la década de los setentas, en sus inicios, mi madre de nombre María Flores Marín, de oficios domésticos, llega a trabajar como cocinera al noviciado de los Jesuitas en la colonia Flor Blanca, ahí conoce a muchos sacerdotes y seminaristas muy comprometidos con la evangelización de campesinos en la zona de Aguilares, El Paisnal, Tacachico, norte de La Libertad - San Salvador y en el departamento de Chalatenango.

Conoce a personajes como Antonio Cardenal, Rodolfo Cardenal (primos y de origen nicaragüenses), Juan José Ramírez, cuya ordenación como sacerdote la hizo en la Iglesia de Antiguo Cuscatlán, Emilio Baltodano, Fernando Ascoli, todos ellos jóvenes seminaristas; y de los mayores puedo mencionar al padre Ignacio Ellacuría, Martín Baró, Jon Sobrino, Juan Hernández Pico, César Jeréz, Luís de Sebastian, Rutilio Grande, entre otros, que llegaban a la casa de los seminaristas siendo docentes de la UCA.

Todos ellos influyeron en el pensamiento y actuar de mi madre, sobre el nuevo significado del evangelio y el papel del cristiano frente a una realidad adversa de injusticia y opresión a la luz de la teología de la liberación donde pone al ser humano como único protagonista de su cambio y constructor del reino de Dios en la tierra.

Recuerdo las largas reuniones que se realizaban en la casa de los jesuitas en Antiguo Cuscatlán, mi madre ocupadísima preparándoles la alimentación a  dirigentes campesinos de la zona de Aguilares, El Paisnal y Chalatenango, y que ya habían conformado FECCAS-UTC, ahí, Apolinario Serrano, Félix García, Patricia Puertas (la Ticha) junto al padre Rutilio Grande, Salvador Carranza  y Antonio Cardenal en el acompañamiento espiritual.

Así conoce mi madre a estos hombres y mujeres ilustres, de extracción campesina y se da una identificación de clase entre ella y los dirigentes de FECCAS-UTC, se habla el mismo lenguaje, se tienen los mismos sueños y esperanzas. Mi madre recibe cursillos de evangelización de parte del padre Antonio Cardenal y Juan José Ramírez, de esta forma comprende su compromiso como cristiana y como sujeto social, Yo, a todo esto andaba entre los 8 ó 10 años pero percibo bien lo que sucedía a mí alrededor.


Para mediados de los setentas, empiezan las organizaciones populares a tener mayor presencia en sus reivindicaciones, como respuesta, la represión estatal, los militares rigen el destino del país y ven en los jesuitas un peligro inminente y comienza “la casería de brujas”, capturas y desaparecimientos a dirigentes populares, y por supuesto el exilio de los jesuitas extranjeros y nacionales.

Una mañana de  Diciembre del 76 los jesuitas le informan a mi madre que ya no continuaría con ellos porque trasladarían el noviciado a otro país dado los niveles de represión y las amenazas a muerte contra ellos, le dan su indemnización y se convierte en obrera de una fábrica en Santa Tecla.

Nuestra familia para ese año empieza a participar en las comunidades eclesiales de base, de Santa Tecla con el Padre Rafael Palacios, ahí encontramos el vacío que nos dejó la separación con los jesuitas en el acompañamiento espiritual y moral.

El BPR y nuestro aporte como familia

La represión militar se recrudece, y se van cerrando los espacios para el movimiento popular; fue una de esas casualidades de la vida en una mañana de 1978 que mi madre se encuentra en el bus de la ruta 101 a Félix García, secretario general de la FTC compuesta por FECCAS-UTC y este le pide que le prestáramos nuestra casa para reuniones del BPR; a partir de ahí comienza nuestra participación de lleno con una de las más grandes organizaciones populares que hayan existido en El Salvador.

A nuestra casa llega gente de la talla de Apolinario serrano, Patricia Puertas, “Chanito”, Fidelina Alvarado, como dirigentes campesinos del Bloque, además profesores, obreros, intelectuales, en fin nuestra casa se convierte en otro local del BPR, entre 1978 a 1980.

El 20 de Junio del 79, asesinan al Padre Rafael Palacios en una calle de Santa Tecla, la comunidad de alguna manera se dispersa por la represión, mucho de sus miembros optan por incorporarse a las organizaciones político-militares,  los más jóvenes se van para la montaña, otros a la clandestinidad, nosotros como familia nos vamos a prestar colaboración en una casa de seguridad de las FPL.

A pesar de estar en un ambiente semi-clandestino, mantenemos relación con la comunidad de Santa Tecla en reuniones y retiros espirituales.

Son nueve meses que prestamos colaboración, a pesar de la caída de dos de nuestros responsables y otros compañeros, no sufrimos daño alguno y decidimos seguir colaborando desde nuestra casa. Todo esto sucede entre 1981 a 1985.
Para 1986 entro a un colectivo de la organización en actividades propagandísticas en Santa Tecla, mi responsable fue Victor Mejía, hijo del insigne catequista de Las Vueltas, Chalatenango, Justo Mejía y Guadalupe Mejía, Directora de CODEFAM.


En Santa Tecla llegamos a formar un colectivo de jóvenes que se organizaron en el FMLN, algunos de ellos provenientes de la comunidad eclesial de base de Santa Tecla, otros, universitarios; nuestras principales actividades eran pintas de paredes, muros, etc, de las líneas del FMLN, riegue de propaganda escrita, impresión serigráfica y mimeografica, en fin, sólo esas actividades eran buenas razones para ir a prisión dentro de la ley vigente de “Orden y Seguridad Pública”.


Cuatro horas desaparecido y ocho días en la cárcel

El 20 de Mayo de 1988, había racionamientos de energía eléctrica debido a los constantes sabotajes al tendido eléctrico, consideramos conveniente realizar una pinta en una de las paredes de lo que antes era el Beneficio Holanda, propiedad de los H de Sola,(lo que hoy es La Despensa de Don Juan).

Eran las 7:30 de la noche, uno de los compañeros no llegó, decidimos siempre realizar la pinta.


Me ubiqué frente al paredón con el “spray” en mano, el otro compañero se ubicó como a 10 metros de mí y se dispuso a vigilar alrededor, de pronto ve un autobús acercarse y me grita que hay un bus sospechoso, no le tomé atención ni me preocupó, el bus cada vez se acerca más, pienso que es un bus del transporte colectivo, continuo escribiendo la consigna en la pared, y todo cambia en cuestión de segundos.

Del bus salen varios soldados uniformados y con sus fusiles en posición de disparo, ¡- parate ahí…si te moves te morís!,  en ese momento entro en el dilema si correr o quedarme quieto, pero decido lo segundo, no me daba las condiciones para correr.

Se bajan dos soldados, otros se quedan y desde la ventana me apuntan, ¡-…parate hijueputa…levantan las manos o te disparo!, boté el “spray” y levanto los brazos, se me acercan y me registran de pie a cabeza para ver si llevo armas, me agarran y me tiran adentro del bus, ahí me empujan y me amenazan que voy a ser ejecutado; el otro compañero, a todo esto, ha logrado escaparse después que soldado lo siguió por varias cuadras.


Un fusil apunta sobre mi cabeza

Me amarran las manos con un lazo y me vendan los ojos con un trapo de color verde olivo,  alcancé a ver que el bus viró hacia el lado de occidente, como que iba rumbo a Santa Ana, me gritan y me dicen que me van a fusilar en una calle aledaña, de repente el bus se detiene, me bajan, me tiran al suelo, oigo el
chasquido del fusil, tiro en recamara, pienso que son mis últimos instantes de vida, pero no fue así.

Me agarran entre dos, me tiran de nuevo adentro del bus, me van gritando, me dan coscorrones y me dicen que más adelante me van a fusilar, el motorista dijo, _¡....a este hijueputa lo vamos a dejar colgado en aquel palo como el que dejamos aquel día…!

Me bajan de nuevo en una calle polvosa sola, el soldado me dice -¡…vaya hijueputa hasta aquí llegaste!, de nuevo sentí que era la hora de mi muerte, mi mente recuerda mi infancia, mi adolescencia, a mi madre, el dolor que iba sentir, a mis hermanos, mis amigos, todos estas imágenes en fracción de segundos…. chasqueo del fusil, tiro en recamara, etc, me suben al bus y continua lo mismo.

Así me anduvieron aproximadamente como dos horas, hasta que llegamos a una guarnición militar, me bajan, me llevan a un lugar apartado y me asignan a otro soldado para que me de una especie de orientación o “lavado de cerebro” para que no vuelva hacer lo mismo porque ellos consideran  que me han utilizado, etc.

A todo esto, Yo, armé una leyenda en esos momentos aciagos, se me vino a la mente de repente y dije, que me habían obligado en la Universidad Nacional porque ahí estudiaba, y que me pagaban por hacerlo porque necesitaba dinero.

-¡ sí sos pendejo…me dijeron, …y las armas dónde las tenés?...porque utedes los de la U siempre andan armados!

El interrogatorio duró como una hora, me dijeron que me llevarían a otro lugar, me agarraron dos soldados y me tiraron  a la cama de un camión militar, volé por los aires, caí a la base de la cama de espaldas, a pesar que la caída fue fuerte mi adrenalina estaba al máximo y no me dolió nada, pensé que cualquier cosa que me hicieran no me iba afectar pues aún estaba con vida y eso se los agradecía.

De repente me bajan del camión, me tiran al suelo y deciden llevarme en un carro, iban dos adelante y dos tipos atrás, Yo en medio, el recorrido duró poco más de media hora, por lo que supongo que estuve en el cuartel de Caballería.

Llegamos como a las 11:00 u 11:30 de la noche a la policía nacional de Santa Tecla, mi madre y mi hermano mayor estaban ahí, después de haber andado preguntando en los puestos policiales y cuarteles de Santa Tecla. Me vieron que iba llegando con esos tipos, Yo iba siempre vendado y amarrado de las manos.

¡… hijo, aquí estamos, dijo mi madre, - no te preocupes; ella les preguntó porqué me llevaban en esas condiciones, ellos no contestaron, me pasaron de una sola ves a una celda, me quitaron la venda en los ojos,  me desamarraron y  ahí pasé la noche.

Tres días en El Castillo…empiezan los interrogatorios

Al siguiente día por la tarde me llevan al cuartel central de la Policía Nacional, dejo mis documentos, cincho, cintas de zapatos en la entrada, me sientan en una banca y pasé ahí como dos horas esposado como cualquier delincuente.

Como a las 6 de la tarde me pasan a los cuartos de interrogatorio, hay una mesa y dos sillas, el cuarto es alfombrado y el aire acondicionado está a su nivel máximo, inician los interrogatorios, me han puesto de nuevo la venda en los ojos, no veo a mis interrogadores, sólo los escucho.

-¿dónde están la armas, quién es tu jefe, donde vive el otro cabrón que se corrió, nos vas a ir a enseñar…¡que no me oís, ya te vamos a dar verga!

-…Me vas a contar todo, y si no lo haces aquí te vas a quedar…

Me fotografiaron, tomaron mis huellas dactilares, me grabaron un video donde me hacía cargo de participar en actividades de terrorismo, de pertenecer a la guerrilla, etc., me pusieron como testigos a los mismos que me estaban interrogando.

Me mantuve con mi leyenda, que me pagaban por hacer pintas y que mis responsables en la U eran dos tipos a quienes describí sus rasgos físicos ante un dibujante de la Policía, por supuesto que todo esto era invención mía.

Jamás delaté a ningún compañero de la estructura, de todas formas ellos ya se habían trasladado de sus casas.

En otros cuartos de interrogatorio, se escuchaba quejidos de gente como de dolor, voces fuertes de los interrogadores, -¡sino contás todo así te va a pasar! me advirtieron.

-Mañana te vamos a llevar a las casas de estos jefes tuyos y nos vas a decir donde tienen las armas…ó querés que le pase algo a tu familia? … no verdad, entonces colaborá.

Pasé las 72 horas en este interrogatorio ininterrumpido, no me dejaron dormir y cuando lo hacía me despertaban y seguían con las preguntas, quiénes son tus jefes en la U, donde tienen las armas, cuántos son, etc., sino hablás, tu familia las va a pagar.

Cumplidas las 72 horas, me alistan para sacarme de ahí y llevarme a los juzgados de Santa Tecla, antes me habían dicho que me llevaban a donde vivían los compañeros con quienes me reunía, pero hay de mí, me dijeron, si los estudiantes de la U hacían una marcha por mi liberación, ya sabían donde vivía y que me atuviera a las consecuencias.

La cárcel en Santa Tecla y mi libertad

De pronto ya estabamos en Santa Tecla, el camión en que me llevaban no paró frente al Juzgado, sino, dos cuadras adelante, desde ahí me llevaron esposado caminando entre la gente como cualquier delincuente común, a lo mejor con ese objetivo lo hicieron;  un abogado conocido me dijo, niega los cargos… estás limpio… vas a salir.

No hubo cargos, pero me llevaron a la Policía Nacional de Santa Tecla,( donde hoy funciona la Alcaldía) a pasar el tiempo de inquirir por cinco días más con los presos comunes, en una celda de  seis por seis metros donde habíamos no menos de 20 reos.

Afortunadamente no me pasó nada ahí, me respetaron porque creyeron que era un combatiente del FMLN, lo cual era cierto; llegaron a apreciarme, les conté mi caso y se solidarizaron conmigo. Al salir, me fui a vivir por un tiempo fuera de mi casa, pasé un buen período encerrado en mi casa, sin salir y con ciertos niveles de depresión, que gracias a Dios lo superé, así lo creo.

No obstante, no me fui del país, aunque tuve oportunidad de irme a Canadá en un programa de apoyo a perseguidos políticos, continué mi trabajo orgánicamente y eso fue como una terapia que me ayudó a superar el trauma que había vivido.




jueves, 9 de diciembre de 2010

Prender la mecha y salir corriendo

Para octubre del 87 el FMLN había iniciado una campaña militar en todo el país, esta incluía ataques militares, sabotajes a la economía, paro al transporte, entre otros;  por nuestra parte, preparamos la voladura de un poste del tendido eléctrico ubicado justo donde hoy queda las oficinas del City Bank, en la dirección de Plaza Merliot.


 Esta vez fuimos tres compañeros, Milton, César y Yo; nos metimos por donde hoy queda Plaza Merliot, en ese entonces sólo era cafetales; lo atravezamos en la oscuridad, Milton llevaba los bloques de TNT y un arma corta, César y Yo, llevabamos un arma corta cada uno.


Llegamos al punto fijado, César y Yo nos parapetamos en posición de combate, dándole seguridad a Milton mientras amarraba el explosivo al poste que estaba ubicado a la orilla de la carretera que conduce de San Salvador a Santa Tecla, exactamente la carretera panamericana.


Había un cerco que dividía la carretera y el cafetal, los carros pasaban de un lado a otro, sólo sentíamos el golpe de las luces en nuestros ojos y nos agachabamos para que no nos vieran, no tanto los automovilistas sino el ejercito, porque de haber sido así no estaría  contando el cuento.


Milton encendió la mecha y empezó a correr el tiempo, pues según el tamaño de esta y por sus características, permite un aproximado de 40 a 60 segundos en llegar a la capsula detonante y estallar,  ese margen de tiempo era suficiente para alejarnos corriendo del lugar sin que fuéramos detectados.

 
No sé porqué razón pero siempre que hacíamos acciones de tal envergadura mis piernas se me aflojaban, corría y sentía que no avanzaba, mi corazón palpitaba aceleradamente, mi boca seca y sin aliento; llegaba a tal punto que me imaginaba que era sólo un sueño y pensaba en fracciones de segundos que en vez de andar en eso podría estar en mi casa viendo tele o escuchando música, interiorice de momento y reflexioné que como jovenes ese era nuestro papel en la lucha de liberación y que lo hacíamos sin ningún aire de protagonismo, aventurerismo,etc., simplemente una acción patriota por acelerar los cambios en el país.


La bomba estalló, vimos una llamarada a lo lejos, nosotros ibamos saliendo del cafetal donde hoy es Plaza Merliot, no fuimos descubiertos, fuimos a esconder las armas y cada quien para su casa.


La anécdota de esa acción fue que en la retirada el compañero César andaba más o menos mil colones de su indemnización porque había sido despedido de su trabajo por pelearse con el jefe o capataz. César se deslizó en una piedra húmeda y cayó al suelo. nos imaginamos que ahí perdió el dinero, al siguiente día fuimos a buscarlo pero no lo encontramos, ahora pienso que fue una falta de disciplina grave regresar al lugar de la acción, ¡craso error!


Luego a través de unos amigos colaboradores le conseguimos por lo menos la mitad del dinero que perdió, (500 colónes) algo es algo, dijo.

De vez en cuando pasó por el lugar donde fue la operación y de reojo veo que todavía hay vestigios, el poste cayó y fue sustituido por otro a la par, ¡que cosas no!

La toma de dos pasajes de la colonia Hacienda San José

Esta Colonia esta ubicada al norte de la ciudad de Santa Tecla como a 500 metros de las actuales oficinas del Ministerio de Agricultura y Ganadería, MAG, en ese entonces (1987) eran las oficinas del Insituto Salvadoreño del Café, ISIC.

La misión era tomarnos esos pasajes, entregar propaganda a los vecinos, realizar varias pintas en las paredes, colocar bombas de propaganda y sabotear transformadores de energía eléctrica para "desgastar la economía de guerra del gobierno de Duarte, auspiciado por los E:U."

Nuestra experiencia era mínima en ese tipo de acciones, eramos cinco compañeros nada más y la planificación adoleció de muchos factores imprevistos que en el camino se iban rectificando.

Como Yo era el responsable de la acción, tenía que velar por el buen desarrollo de la misma pero sobre todo de la seguridad de mis compañeros.

Previamente habíamos estado llegando por varios días a la colonia justo a la hora en que se realizaría la actividad, para ver los movimientos sospechosos, ejército, policías, "orejas", en fin, todo lo que pareciera raro y causara peligro.

Se llegó el día, Sonia, Daniel, César, Miguel y Yo eramos el grupo a realizar la acción de propaganda, César y Miguel estaría a la entrada de cada pasaje de la colonia vigilando cualquier movimiento, mientras que Sonia, Daniel y Yo, realizaríamos las pintas en las paredes, estallar morteros de los que se usa para celebrar el fin de año, esto con el objetivo de llamar la atención según nosotros.

Mientras Yo hacía las pintas, Sonia hacía la volanteada en las casas, Daniel nos daba seguridad, de vez en cuando gritabamos consignas llamando al pueblo a unirse a nosotros, ahora reflexiono, ¡què ilusos fuimos!, como se iba unir la gente si los niveles de represión eran fuertes y la forma como llegamos a cualquiera espantaría.

Para esa actividad llevabamos nada más una pistola 357 y una granada, que en este caso Yo era el responsable de su uso. Se nos dió instrucciones que debíamos dañar los transformadores que dan abasto de energía eléctrica a la colonia y que eran propiedad de una compañía estatal,  de todas formas la colonia a lo sumo pasaría un par de horas sin el fuido electrico, no así, los costos que significaría para la compañía reponer esos dos transformadores iban a ser altos.

Sin embargo la acción se frustró porque a la hora de dispararle a los transformadores, los cartuchos estaban húmedos y la pistola no funcionaba, me pregunto qué hubiera pasado en un enfrentamiento serio de escape si nos hubiera caído el ejercito.

Hubo gente que nos miraba con admiración o extrañeza, otros corrían despavoridos, nosotros tratamos de guardar serenidad y no mostrar que tambien temblábamos de miedo, pero lo que buscabamos era que la gente se diera cuenta que las milicias estaban compuestas por jovenes comunes y normales que luchaban por transformar el país y que no éramos ningunos delincuentes ni nada por el estilo, al contrario,  eramos estudiantes universitarios provenientes de comunidades cristianas,  eso sí, éramos muy humanos, soñadores y rebeldes al "stablishment".


Todo el 87 y parte del año 88 fue este ritmo el que nos envolvió, volanteo de propaganda, pintas en paredes y muros, propaganda armada, etc., la guerra no tenía visos de acabar,  sin embargo los acontecimientos posteriores en el trabajo de milicias en Santa Tecla marcaron mi vida definitivamente.




martes, 7 de diciembre de 2010

Las reuniones secretas en el partido

Antes de iniciar esta serie de relatos vivenciales durante el conflicto armado que vivió El Salvador, quiero disculparme por esta pausa prolongada de la  cual fue objeto mi blog, por razones laborales y de otra índole, aunque no es justificación, creo, trataré de mantenerme en constante comunicación por esta vía, de tal manera que el objetivo de la misma sea una realidad.

Creo fervientemente que la memoria histórica ayuda a los pueblos a conocerse a si mismos y a construir el presente, porque como dicen, si no conocemos el pasado no sabemos para donde vamos.

Mis relatos, crónicas, narraciones o como se le quiera llamar, cumplen dos cometidos, el primero, comunicar hechos, sucesos, situaciones durante un período determinado en Santa Tecla, Departamento de La Libertad,  para despertar la reflexión sobre lo vivido y lo que debemos evitar que vuelva a suceder, el segundo, presentar lo meramente humano, lo anecdótico de toda revolución, la gente con sus sueños, alegrías, tristezas en un ambiente de guerra civil y que eso al mismo tiempo les da fortaleza para seguir adelante.

Vaya pues esta humilde contribución a la recuperación de la memoria histórica en El Salvador.


Mis primeras reuniones secretas en el partido

Durante 1984 y 1985 estuvimos organizados, mi madre, mi hermana mayor y Yo por una compañera del Partido en las FPL, teníamos reuniones periódicas de análisis de la realidad, se nos encomendaba algunas tareas de propaganda, para lo cual nos habían medio adiestrado en el manejo de un mimeografo artesanal, donde también se elaboraba propaganda serigráfica, esta última era muy utilizada en los colectivos de propaganda de todas las organizaciones politico-militares.

Recuerdo que una vez se nos encomendó elaborar miles de "cintillos" (cuarta parte de una hoja tamaño carta) llamando al pueblo a escuchar Radio Farabundo Martí, llevaba un dubujo de una antena y sus ondas hertzianas, la frecuencia en FM y un lema, nos quedó bastante aceptable para ser principiantes en esos menesteres, despues, le agarramos el hilo y ya no nos paraban, hacíamos trabajos serigráficos de todo tipo, nuestra casa se inundaba de toda la propaganda que hacíamos y que la poníamos a secar encima de la cama, los muebles, las mesas, el piso, en fin; lo tremendo era cuando llegaba visita, nos tocaba levantar todo de un solo y meterlo debajo de la cama, hasta que se fuera la visita, ya no se diga de un cateo que nos avisaran con anticipación, era toda una odisea ponerse a quemar todos los papeles.

Lo gracioso de todo esto era que además de hacer nosotros la propaganda nos tocaba ir a volantearla, es decir, regarla por las calle y pasajes de las colonias aledañas a Santa Tecla y en algunas calles de la ciudad tambien, previo chequeo y contrachequeo como medida de seguridad.

Casi siempre las reuniones las teniamos en la casa, otras, en la parroquia El Calvario de Santa Tecla y en la parroquia de la Colonia Las Delicias, donde el entonces cura que era de origen español, nos daba permiso so pretexto que eran reuniones de la comunidad cristiana del Padre Rafael Palacios de Santa Tecla.

El sacerdote español de quien hablo y que ya no lo es porque colgó los hábitos hace mucho tiempo es Miguel Cavada, de quien guardo muy buenos recuerdos como persona, como amigo y compañero. Muchas veces nos conseguía víveres, ropa y medicina porque sabía de alguna manera que nosotros la canalizabamos a través de gente de la organización para llevarla a gente refugiada y para los combatientes en los frentes de guerra.

Recuerdo que Miguel Cavada nos incorporó a mi hermana y a mí a su equipo de redacción de un boletin denominado "La Comunidad", nosotros colaborabamos escribiendo algunas líneas sobre la comunidad de Santa Tecla o buscando algún dibujo para hacerlo mas ameno en su lectura dicho boletín,  creo sin temor a equivocarme que este fue la génesis de lo que hoy se conoce como "El Equípo Maíz" que da servicio a muchas ONG en edición de materiales educativos y talleres metodológicos de educación popular, entonces su nacimiento viene de lo que se hacía allá en la parroquia de Las Delicias, Santa Tecla, ¡vaya qué tiempos!

Del trabajo abierto paso al trabajo clandestino

Así transcurrieron tres años, llegamos a 1986, habiamos tenido dos a tres coordinadores de colectivo, mi hermana había pasado a trabajar a una ONG y desde ahí daba su aporte.

Yo, quedé descoordinado un tiempo, fue cuando una compañera de la comunidad  cristiana me preguntó si estaba coordinado, en aquellos tiempos la moda entre los jovenes que de alguna manera u otra teníamos participación en la lucha, era si estabamos coordinados dentro del partido, sino, no estabas en nada, y uno hasta se lo creía, y se sentía en cierto modo marginado de no estarlo.

Ella me ofreció un "conecte" con un "compa" de la intelectualidad, de esos que uno ve que sólo leyendo pasan, esto era cierto, porque hasta hace poco me enteré que este compa, era ni mas ni menos que el hijo del ilustre escritor, Melitón Barba (Qddg), entonces su hijo es Jaime Barba, el no me recuerda de seguro, Yo sí, cuando nos vimos en un cafetín que estaba frente al ex-cine Darío, Yo llevaba unos boligrafos en la mano y una revista, el iba a estar sentado y tendría dos lápices "mongol" en una bolsa de la camisa y no se que más, la cosa es que uno había creado cierto instinto o percepción aguda para detectar quien era compa y quien no.

Nos saludamos, dimos la leyenda para no equivocarnos, resuelto eso, me preguntó dónde estudiaba, qué año cursaba, etc. La línea del partido era que se quería formar en el Instituto Técnico Industrial, ITI, que era donde Yo estudiaba, un frente estudiantil, la única desventaja era que Yo estaba por salir de bachiller, no tenía mucho tiempo, sin embargo, inicié un proceso de sondeo de compañeros del ITI que estuvieran dispuestos a formar el frente, logramos tener como 8 estudiantes dispuestos, que para mi asombro jamás creí que se interesarían en organizarse.

Recuerdo que este compañero intelectual, me habló mucho de la rivalidad que había entre el ERP y las FPL, un poco sobre quien llevaba la línea correcta y que el ERP era militarista, en cambio las  FPL eran mayoritarias y habían realizado acciones más espectaculares, cosas por el estilo, para mí era algo nuevo, desconocía esa rivalidad, mucho menos los trágicos acontecimientos sucedidos en Managua, con la muerte de la Comandante Ana María y el Comandante Marcial, hasta después de la firma de los Acuerdos de Paz, lo he conocido a profundidad, pero bien, este es tema de otro artículo a futuro.

Luego, por azares del destino, llegó una coordinación más seria en la que pasaba a formar las milicias populares en Santa Tecla, el trabajo abierto en el ITI lo dejé, perdí la coordinación con el hijo de Melitón Barba, hasta donde se, es un buen académico, investigador, consultor, etc.; no obstante, se creó el FES, Frente Estudiantil de Secundaria, algo parecido al legendario MERS de los años 70´s.

Luego supe que el FES se creó con estudiantes del ITI, INFRAMEN y algunos del Colegio Externado de San José, de los jesuitas y otros. Hicieron buen trabajo organizativo aunque me parece que fue coyuntural porque así como nació desapareció pronto.


En 1986 inicié mis primeras reuniones con el compañero que había bajado de un frente de guerra, en Chalatenango para ser más específico;  este compañero era hijo del recordado catequista amigo de Monseñor Romero, miembro de FECCAS, de nombre Justo Mejía cuya esposa era Guadalupe Mejía, conocida como "La Madre" y presidenta del Comité de Familiares de Desaparecidos de El Salvador, CODEFAM, cuyo testimonio sirvieron a nuestro gran escritor y novelista Manlio Argueta para escribir "Un Día en la Vida", ganadora de muchos premios internacionales y traducida a varios idiomas.

El compa Milton (su pseudónimo) era un joven muy serio, disciplinado y un tanto verticalista, curtido en el combate guerrillero, vaya,  pero muy humano ante todo, me dijo, -queremos formar las milicias aquí en Santa Tecla y creemos que vos sos el indicado para organizar y reclutar a la gente, (para pajeros en el partido eran buenos...¡es broma!) y me lo creí, porque creí que hacía lo correcto, en aquel tiempo si lo fue.

Con Milton logramos cultivar además de compañerismo una muy buena amistad, empezó llegando al Cafetín que tenía mi madre frente al Colegio Salesiano Santa Cecilia en la ciudad de Santa Tecla, luego decidimos que llegara a nuestra casa tomando en cuenta las medidas de seguridad para reunirnos ahí.

Nacen las milicias en Santa Tecla con pintas en las paredes y más...

En toda lucha revolucionaria las milicias populares son fundamentales en una guerra de liberación, estas son las encargadas de dirigir a las "masas" en el combate, es como el primer eslabón en la cadena de funciones en toda insurrección popular.

Las milicias populares era como la primera fase en la construcción del ejército popular de liberación, luego estaban las unidades guerrilleras, quienes poseían mayor experiencia en el combate, posterior estaban las fuerzas armadas populares, quienes constituían todo un ejército irregular, tanto por su estratégia militar usada, como por su movilidad geográfica y la cantidad de combatientes de la que se componía.

Las milicias populares estaba compuesta por militantes revolucionarios con una clara línea partidaria, durante el día eran ciudadanos comunes que cumplían obligaciones como todo mortal, a lo mejor obreros, estudiantes, amas de casa, etc., pero en la noche salían a operar sigilosamente.

Logicamente había toda una preparación militar para el miliciano, su función no era el combate sino, la propaganda armada como volanteo de hojas, pintas en las paredes, toma de una colonia o pasaje, arengar al pueblo, sabotajes a la energía eléctrica, preparación de explosivos, traslado de armamento y materiales para el sabotaje, y organizar a la primeras escuadras milicianas. Esto en sínstesis fue mi responsabiliad desde 1987 hasta 1989.

Formar las primeras unidades milicianas  en Santa Tecla fue todo un reto, me pidieron que para tal fecha, debía tener por lo menos a dos compañeros "reclutados", pero...¿de dónde los voy a sacar?, me pregunté a mi mismo.

Como en esos años pertenecía a un grupo juvenil cristiano que tenía sus origenes en la comunidad del Padre Rafael Palacios, pensé que de ahí podría organizar a los primeros  milicianos, en efecto, hablé con dos o tres compañeros les expliqué la necesidad de formar un grupo miliciano en Santa Tecla para contribuir según nosotros al proceso histórico de liberación en El Salvador.

Logré organizar a tres compañeros, una mujer y dos hombres, creo que andabamos por los 19 a 21 años, no pasabamos de esa edad, se nos incorporó otro compañero con más fogueo desde San Salvador, nos lo pasó Milton nuestro responsable, los pseudónimos nuestros eran, Edén (el mío), Sonia (miembro del grupo juvenil cristiano de Santa  Tecla), Daniel (de la comunidad cristiana) y Roque, el compa con más fogueo, luego reclutamos a  César, Eugenia, Miguel y otros, no estubo mal como organizador.

Nuestra primera actividad de milicias fue realizar pintas en varias paredes de la Colonia Quezaltepec de la misma ciudad, recuerdo que escribimos: "Jovenes incorporémonos a las milicias populares", "Vivan las milicias populares de Santa Tecla", era como un llamado a nosotros mismos, no obstante esa fue la misión.

Las líneas que bajaban del partido a "pie juntillas" se acataban y no había espacio de sugerir,ejem.: - mirá y porque no escribimos consignas que le lleguen a los jovenes, con el mismo lenguaje de los jovenes, nos respondían, -¡no...esa es la línea, hay que cumplirla!.

Entonces, la misma consigna escribíamos en las paredes de colonias y calles de Santa Tecla, al día siguiente de la acción, me contaban compañeros que vivian cerca que los vecinos comentaban, - ¡anoche anduvieron los muchachos por aquí...pintando las paredes y armados, fijese!, -¡ no me diga vecina!.

Las acciones mas fuertes o más peligrosas las hacíamos entre Milton, Roque y Yo. A mediados de 1987, planificamos el primer sabotaje a una caja telefónica de ANTEL propiedad del estado de aquel entonces.

Mi misión era vigilar por varios días y a cierta hora la esquina que comprende la 12 avenida norte, opuesta a lo que se llamaba el "mercado pirata" ex-predio Columbus, justo a la par de una vivienda estaba la caja telefónica, la operación consistía en que Milton se acercaría por un costado, como que quiere y no quiere la cosa, llevaría consigo un bloque de explosivo TNT amarrado a una tabla previamente construida por un carpintero, de tal manera que se pudiera colgar sobre la base superior de la caja sin que esta se cayera, luego encendería la mecha lenta que activaría la capsula detonante y ésta a su vez al explosivo.

Yo estaría ubicado en la esquina opuesta por una venta de pan francés, tendría una maleta de cuero que se utiliza para guardar libros y cuadernos, adentro llevaría una pistola 357 magnum, viejita por cierto pero temible, a Milton lo llevaría en motocicleta mi hermano mayor quien trabajaba para el Gobierno en el Ministerio de Educación y le había asignado una motocicleta para trasladarse al interior del país.

Exactamente a las 6:00 de la tarde sería la operación de sabotaje, MIlton y mi hermano llegaron justo a la hora, Yo, estaba parapetado en el lugar asignado con mi mano metida en el maletin agarrando el arma, por cualquier inconveniente tendría que sacarla y hacer una escaramuza para alertar a los otros y cubrir la retirada, por suerte no pasó a más, Milton se bajó de la moto, mi hermano siguió su rumbo y lo esperó a la vuelta de la cuadra, de repente iba pasando un niño frente a la caja telefónica Milton le dijo, -¡andate que va estallar una bomba!, otros que estaban cerca oyeron y salieron corriendo también, Milton encendió la mecha y salió corriendo hacia el norte.

Yo me quedé unos segundos más, vi como corría el fuego sobre la mecha lenta hasta llegar a la capsula detonante y explotar, se escuchó una explosión hueca no muy fuerte, una llamarada inundó la caja telefónica, volaron pedazos de metal por los aires, tejas y pedazos de ladrillos también volaron, afortunadamente no hubo victimas, mis piernas no me ayudaban para salir de ese lugar inmediatamente, el punto de encuentro está como a cuatro cientos metros del lugar de la acción, muchas personas salieron de sus casas para ver qué estaba sucediendo, otros señalaban la dirección de donde se había escuchado el estallido, todo era confusión.

Entregué el arma en la casa que se había fijado de encuentro, ahí nos reunimos y vimos que todo había salido bien, nos retiramos de inmediato. Al día siguiente la gente comentaba sobre la acción guerrillera, como si se hubiera tratado de una escuadra guerrillera bien entrenada, ah no sabían que sólo habíamos dos y me hermano que nos ayudó al traslado, la vida pendía de un hilo en cada acción que se realizaba.

Cinco días en un campamento guerrillero

En noviembre del 87, nos enviaron a Sonia y a mí a un campamento guerrillero en la zona del municipio de Tamanique sur del Departamento de la Libertad, entramos por el lado del Municipio de Zaragoza a 13 kilómetros de Santa Tecla.

Este campamento estaba comformado por dos fuerzas guerrilleras, la Resistencia Nacional y las Fuerzas Populares de Liberación a la cual pertenecía.

Empezamos a caminar a las 7:00 de la noche, el trayecto era muy extraviado, recuerdo que en el camino se incorporaron otros compañeros, que iban a poca distancia de nosotros sin que lograramos vernos por medidas de seguridad.

Justo a las 12:00 de la noche llegamos al campamento, todos estaban ya dormidos sólo el posta despierto, medio comimos, luego nos asignaron el lugar donde dormiríamos, recuerdo que Sonia tenía problemas de visibilidad en esa oscurana y puso el pie en el cuerpo de alguien durmiendo y sólo pujó, Sonia se disculpó y se fue para otro lado.

A la mañana siguiente, después de desayunar una taza de café, tortilla con frijoles, nos dispusimos a la preparación militar, el compañero coordinador del campamento se presentó y nos dijo de qué iba tratar el curso para milicianos.

Luego de algunos ejercicios de calentamiento comenzamos la jornada, de entrada el uso de las armas, cortas y largas, arme y desarme del fusíl G-3 y el M-16, lo hicimos hasta con los ojos vendados, otra capacitación fue cómo entrar en combate, posiciones de ataque, cómo arrastrarse con un fusil en las manos, cómo cubrirse en una calle de la ciudad y en el campo que es muy distinto, en fin.

Otra capacitación fue el conocimiento de diversos explosivos, cómo funciona la granada en qué momentos usarla, etc., tipos de explosivos, el R2, o lo que comunmente se le llamaba "la papaya", que servía para sabotaje a estructras  eléctricas como postes del tendido, torres, etc.

Pasamos mas o menos 5 días de preparación militar, salimos de ese campamento en la tarde, Milton nos fue a dejar hasta Zaragoza, llevaba un arma al cinto y un corvo en la mano como si fuera oriundo de ese lugar, nosotros con aspecto de universitarios, si nos detenía el ejército sería lo triste, qué ibamos a argumentar, aún no lo sé, la suerte estaba de nuestro lado, nadie nos delató, llegamos con bien.