sábado, 19 de febrero de 2011

La terquedad de los jóvenes rebeldes

Al haber resuelto mi situación orgánica dentro del partido, continúo trabajando en las milicias populares en Santa Tecla, ya el colectivo está maduro para realizar acciones de mayor envergadura, éramos alrededor de 6 miembros y algunos colaboradores que nos prestaban sus viviendas para nuestras reuniones ordinarias, guardar armamento y materia prima para la fabricación de explosivos.

La mayoría de nuestros colaboradores era gente cristiana de las comunidades de base de Santa Tecla, con una práctica de fe muy definida y coherente con la realidad del momento, en todo caso, gente muy dispuesta y valiente, puesto que prestar la casa aunque sea para una reunión significaba la cárcel o en el peor de la suerte, el desaparecimiento o la muerte.


Nuestra célula de milicias, como he dicho en otros relatos, estaba compuesta por jóvenes universitarios de clase media baja( 4 hombres, 2 mujeres)   sin mayor preparación militar que la misma práctica nos iba dando, salvo algunas instrucciones y entrenamientos que dos del grupo habíamos recibido en un campamento militar en unos cerros de Tamanique departamento de La Libertad.


Debo aclarar que nuestro colectivo era uno entre muchos que estaban activos a lo largo y ancho del pais compuesto por las diferentes fuerzas político militares que conformaban el FMLN histórico, cada colectivo tenía una red de colaboradores e infrestructura necesaria para operar en la lucha de liberación, sin embargo, no siempre se daba  las condiciones y buen desarrollo de cada una, primero, porque en un país en guerra es difícil  la comunicación normal entre células y mandos de dirección, otro, la verticalidad con que se hacían las cosas, porque no decirlo, la tosudez de algunos compañeros para ver sólo blanco y negro en la metodología de lucha, en fin.

Otra debilidad en nuestro grupo fue que no contábamos con infraestructura o logística necesaria para desarrollar a plenitud nuestras misiones, por ejemplo, no contábamos con un vehículo para nuestra movilización, el traslado de armas, propaganda, explosivos,etc. lo hacíamos a pie y en transporte colectivo, corriendo el riesgo de ser detectados con mayor facilidad.

Otra situación que plantee a mi responsable era que no contábamos con  un equipo fijo de armas o municiones, siempre nos tocaba esperar a que otro colectivo de la misma fuerza revolucionaria  u otra fuerza hermana las desocupara para luego usarlas nosotros, esto limitaba la capacidad y constancia de nuestra operatividad.

En nuestro colectivo tampoco contábamos con estipendio( dinero que daba la organización), salvo para comprar materia prima para la elaboración de "bombas", o  "spray" para realizar pintas; el traslado de cada miembro lo hacíamos con nuestros propios recursos, algunos trabajabamos asalariadamente y esto nos ayudaba a solventar estos gastos.

Muchas veces nos tocaba ayudarle económicamente a nuestro responsable, puesto que ni a él le alcanzaba lo que el partido le daba en calidad de estipendio, nos turnábamos para darle alojamiento y alimentación cuando le tocaba permanecer varios días en Santa Tecla; y así el transcurrir de esos días, meses, sin que se hiciera algo al respecto.


En los primeros meses previos a la Ofensiva del 89

Fue en los primeros días del mes de enero del 89 cuando planificamos una acción fuerte en el marco del desgaste a la economía de guerra que administraba el gobierno de José Napoleón Duarte quien llegaba a sus últimos meses en el poder.

La acción a ejecutar era la voladura de un poste de la red del  tendido eléctrico que lleva energía al Puerto de Acajutla, su ubicación estaba en lo que se le denomina "la cordillera del bálsamo" frente a la ciudad de Santa Tecla o mejor conocido como "las colinas" donde fue el terremoto del 2001.

Para tal operación Milton llevó un quintal de fertilizante a un negocio de una colaboradora, ahí se confundió con la mercadería y todo bien; otro colaborador nos compró otro elemento químico que sólo en las ferreterías  y establecimiento donde se vende implementos para pintura de vehículos lo tienen.


Nos conseguimos unos molinos manuales de metal que se usan para moler frijoles, frutas, semillas, etc. para moler los materiales que formarían las cargas detonantes o mejor conocidas como "papayas" .

Como estaba en curso una campaña militar que el fmln había decretado, Milton nos llevó varios bloques de TNT, (explosivo plástico que usan los ingenieros en las minas) en vez de las cargas que aún no habíamos terminado, junto con la mecha lenta y las capsulas detonantes.

En el mismo saco de fertilizante iban 2 armas cortas, una pistola marca PTT y una 9mm., para Daniel y para mí.

El lugar ya estaba ubicado desde hace varios días, no había ningún inconveniente, dejamos la operación para un domingo 8 de febrero a las 7:00 de la noche. En la mañana de ese mismo día fuimos a dejar las cargas explosivas cerca del objetivo, muy bien enterradas.

Unas tres horas antes de la acción llegué a la casa de Daniel con la "pantalla" que erámos estudiantes universitarios, con mis cuadernos y todo; nos encerramos en el cuarto de estudio y nos dispusimos a limpiar las armas, sabíamos del riesgo que eso implicaba, ser descubiertos por su propia familia o se nos fuera un tiro, no queríamos ni pensarlo, sin embargo pasó.

Mi trauma desvelado...se me fue un tiro

Limpiando la famosa "PTT"  cuando le pregunto a Daniel, -¿ya le sacaste los tiros de la recámara?, ¡sí...todos!, en eso estaba cuando me dispongo a verificar y no salió ningún tiro, de repente cuando mi dedo índice se desliza lentamente por el gatillo del arma, esta se dispara en un "santiamen", se  oye un fuerte estallido dentro del cuarto de estudio, el disparo había caído a centímetros de Daniel, ¡vaya susto!.

De pronto la hermana de Daniel toca la puerta con apuro, -¿qué sucede? pregunta, -¡nada!, responde Daniel...- es que éste bromeando conmigo me tiró un cohete da navidad...ja, ja,ja.

Creo sin temor a equivocarme que la hermana de Daniel no se tragó la respuesta, los dos estábamos pálidos del susto, no hallábamos qué hacer en ese momento, lo único que se le ocurrió a Daniel fue pegarle un pedazo de tirro al lugar donde había caído el disparo que fue en el piso para que nadie lo notara, según nuestra ingenuidad eso calmaría la angustia.

Ahora reflexiono después de casi veinte años, ¿qué hubiera pasado si el disparo hubiera caído sobre el cuerpo de Daniel?, sería un trauma que llevaría toda mi vida aunque estuviera en la cárcel pagando por un accidente de "jóvenes rebeldes", la suerte estuvo de mi parte y las medidas de precaución que cumplí a cabalidad como es, mantener el arma siempre apuntando hacia el piso y no hacia ningún objetivo o hacia arriba, esto  salvó la vida a dos milicianos tecleños.

Siguiendo con el relato, pálidos y nerviosos continuamos limpiando las armas cortas, nos dispusimos a salir a realizar la acción de sabotaje, cada uno llevaría una biblia en mano como si fuéramos "evangélicos", con ropa formal y una chumpa o abrigo por que saldríamos noche del "culto", las armas las llevábamos escondidas en las chumpas.

Entramos por la colonia Las Delicias de Santa Tecla, atravesamos varios cafetales hasta llegar al lugar donde habíamos enterrado los explosivos, dispusimos a desenterrarlos y hacer las conexiones respectivas en el poste conductor de energía eléctrica.

Yo hice las conexiones respectivas hasta encender la mecha lenta, Daniel cubría la retaguardia, como a 150 metros estaba otro compañero colaborador que nos serviría de antena, es decir, avisaría si el ejército gubernamental se acercaba o de algún movimiento sospechoso en los alrededores, de esta manera nosotros ya no saldríamos por el camino fijado sino, por otra vía alterna como plan B.


A la hora de encender la mecha lenta, estaba un poco húmeda y no encendía, yo estaba parado sobre un tronco y no me había fijado que a un costado había un hoyo como de metro y medio de profundidad, justo al momento de encender la mecha, esta ya no era lenta porque el fuego la fue consumiendo a toda velocidad; a la hora de correr me trabé en el tronco y caí de bruces, como pude me levante inmediatamente y seguí corriendo, no había pasado ni diez segundos cuando estalló la bomba, se iluminó todo el cafetal, el poste cayó de inmediato.


El plan no nos salió como esperábamos, a medio camino explotó la bomba cuando salimos del cafetal ya había alguna gente viendo la llamarada y preguntándose dónde había sido el estruendo, el compa Miguel nos dijo que no había problema que nos retiráramos de la zona.

Caminámos acelerados y se nos ecercó un amigo de Miguel quien trabajaba para la radio YSAX de reportero, nos pregunta exaltado, ¿dónde fue la bomba?, ¡a saber...! responde MIguel, -nombre...decíme donde fué! insistió, me parece que este reportero sospechaba que nosotros habíamos colocado la bomba y que se había escuchado en toda la ciudad de Santa Tecla y alrededores.

Al notar su insistencia me dirijo hacia él de manera disuasoria, llevo mi mano a mi cintura justo donde llevaba la famosa "PTT " y le digo ¡qué pasa aquí...dejános retirarnos!, él nos dejó inmediatamente y comprendió que éramos nosotros los autores de la acción, mandó su despacho noticioso a la Radio YSAX en el que resaltaba que comandos urbanos habían hecho estallar una bomba de alto poder explosivo que había dejado a oscuras todo la zona del Puerto de Acajutla y que en su retirada habían dejado panfletos haciendo un llamado a miembros del Ejército gubernamental a pasarse a las filas del FMLN y luchar junto al pueblo.

En efecto, dejamos hojas volantes al pie del poste y contornos donde hacíamos ese llamado a la Fuerza Armada del país a luchar junto al pueblo y derrotar la dictadura.

Caminamos más a prisa y fuimos a dejar las armas a una casa de una joven colaboradora que vívía en un mesón qu aún existe y que está ubicado justo frente al local del FMLN (partido electorero, hoy día)...¡las vueltas que da la vida!

A esto le llamo, ¡vivir para contarlo!




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