sábado, 12 de marzo de 2011

Tres tristes postes cayeron en Merliot


Como ya le habíamos agarrado el gusto a las andanzas de sabotaje a la energía eléctrica, la organización (fpl-fmln) nos dió la misión de volar esta vez,  no uno sino tres postes del tendido eléctrico ubicados en el desvío de  Ciudad Merliot, lugar que colinda entre Santa Tecla y Antiguo Cuscatlán, conocido mejor como "El Trébol".


Esta acción coincidía con otra campaña militar decretada por el FMLN durante febrero del 89. La noche de la acción militar todo el país iba a ser testigo de la fuerza político-militar de la guerrilla en el marco del desgaste a la economía de guerra fianaciada por los Estados Unidos y su gobierno títere (como hoy día siguen habiendo a lo largo y ancho del globo terraqueo).


Nuestro jefe politico militar de seudónimo Milton, nos dijo que esa noche operaríamos en todo Santa Tecla de manera combinada con otras organizaciones hermanas del fmln y también por células, la orden estaba dada para las 22 horas (10:00pm).


Trazado nuestro objetivo, que en nuestro caso eran los tres postes que conducen energía eléctrica hacia el Puerto de la Libertad, si no me equivoco, empezamos a movilizarnos para planificar y ejecutar esta acción.


Terminamos de preparar los explosivos que habíamos dejado pendiente para la primera acción, esta vez sí las utlizaríamos, trabajamos toda la noche en el negocio de una colaboradora, ahí afinamos detalles de quienes participaríamos y como trasladaríamos las bombas, pues eran tres "papayas" de regular tamaño.




Decidimos que participaríamos tres, Daniel, Sonia y Eden (yo); cada uno de nosotros trasladaría en una mochila su respectiva bomba, si no me equivoco cada una de esta pesaba alrededor de 12 a 15 libras y el bulto era considerable para alguien que la llevara en una mochila y en un bus del transporte colectivo.




Salimos desde el negocio de la colaboradora que está justo frente al  local  del fmln hoy día, como a las 8:00 de la noche, pues el negocio de esta compañera era una tienda y no dejaba de llegar gente; ella dijo, que si salíamos los tres juntos y con una mochila cada uno era muy sospechoso, mejor que lo hicieramos por separado, y así lo hicimos.


Salí primero a tomar el bus de la 101, acordamos con Daniel que lo hicera junto con Sonia, pues ella no conocía el trayecto ni el objetivo.


Previamente con Daniel habíamos ubicado el lugar y la posibles rutas de llegada y de retirada como siempre se hacía, para el caso entraríamos por el lugar conocido como "La Puerta" de Antiguo Cuscatlán, nos internaríamos por las pocas fincas que aún existían hasta llegar al lugar  que hoy se conoce como  Bulevar Orden de Malta en la zona exclusiva de  Santa Elena.


Cada uno de nosotros llevaba aparte de la "papaya" en su mochila, un revolver, Yo, además del revólver cargaba una granada de mano, por cualquier eventualidad e imprevisto.


El primer tropiezo...unos vigilantes


Caminando entre los cafetales de la finca Santa Elena varios kilómetros, bajamos un cerrito y ahí estaba la calle que hoy se llama Bulevar Orden de Malta, justo en ese lugar nos encontramos con todo tipo de maquinaria pesada de construcción, tractores, palas mecánicas, camiones,etc. por supuesto trabajadores y vigilantes que cuidaban dicha maquinaria.


Daniel, Sonia y yo, nos concentramos para discutir cómo le haríamos para cruzarnos la calle sin ser descubiertos y entrar a otro cafetal que nos llevaría a los tres postes que esperaban por nosotros.


El tiempo corría, ya nos habíamos pasado de la hora cero, se escuchaba a lo lejos, detonaciones de bombas, tableteo de fusilería, en fin la fiesta empezaba y nosotros nada aún.



Decidimos esperar un rato mientras los vigilantes platicaban y caminaban de un lugar  a otro, nosotros nos escondimos en la maleza armas en mano por cualquier escaramuza, recuerdo que un vigilante casi pone sus botas sobre la mochila que yo había puesto a un lado para descanzar un rato, ¡ vaya susto que pasamos!


Mi corazón palpitaba a cien por hora, llegué hasta creer que mis latidos los escucharía algún vigilante y eso nos delataría, la misma situación pasaba con Daniel y Sonia.


De nuevo como en otras acciones en las que participé, cerré mis hojos y me imaginé estar en mi casa con mi familia durmiendo plácidamente, de repente recapacitaba y pensaba que si no nos decidíamos a cruzar la calle ibamos a amanecer frente a los vigilantes o en alguna celda en el peor de la suerte si llegaban a detectarnos con bombas y armados, a no ser que opusiéramos resistencia y se armara un "safarrancho" con consecuencias fatales para ambos bandos, porque tampoco ibamos a estar mancos para no responder, en fin,  todo eso se cruzaba en mi cabeza.



Pensando en eso estaba cuando de repente los vigilantes se concentraron a tomar café y eso nos ayudó para cruzarnos la bendita calle sin ser descubiertos y en plena oscuridad.


Pasamos por unos cafetales donde hoy  son las instalaciones del Canal 12 de televisión, nos atravezamos toda esa zona, de tal manera de no ser descubiertos puesto que también metros abajo estaba en construcción lo que hoy es la imponente embajada de los Estados Unidos y ahí debíamos tener mucho más cuidado.


Llegamos al objetivo....nos disparan otros vigilantes



Después de haber atravezado varias manzanas de cafetales, perros ladrando, susurros de gente desde las casitas de colonos de la  finca Santa Elena, por fín llegamos a los tres postes que serían dinamitados.
 
A todo esto los compañeros de la Resistencia Nacional, ya habían hecho la tarea, dinamitaron dos postes del tendido eléctrico por el rastro municipal de Santa Tecla, Milton y otros compañeros habían penetrado a las instalaciones de las oficinas del Instituto Salvadoreño de iInvestigación del Café, ISIC, justo donde hoy queda el Ministerio de Agricultura y Ganadería, MAG.


Ahí procedieron a incendiar las instalaciones y siete vehículos nacionales, la seguridad no opuso resistencia y todo salió bien, con Milton iba una compañera miliciana universitaria de nuestro colectivo, ella, una muchacha de clase acomodada participando en acciones de sabotaje, ¿-qué dirían sus padres si supieran...me preguntaba?

Por fin llegamos a nuestro objetivo, después de atravezar un sin fín de peripecias, pienso ahora que nada nos hubiera costado decirle al cobrador del bus de la 101, que nos bajara frente a los tres postes, pues casi enfrente estaba la parada de buses, ¡es broma!


Nos ubicamos a unos 10 metros de los postes, sacamos las papayas de las mochilas de cada uno junto con las cápsulas detonante, la mecha lenta y un rollo bastante grueso de "pita" o lazo de mezcal para amarrar cada bomba a su respectivo poste.


Cada uno ayudaba al otro, primero, amarramos la bomba de Sonia (ella primero por ser mujer), luego la de  Daniel y último la mía; cabe aclarar que todo esto lo hacíamos con mucho sigílo, pues cualquier ruido podría delatarnos.


Amarradas las  bombas a los postes, nos distribuímos uno en cada objetivo, nos dimos un tiempo estipulado que nos llevaría para encender la mecha, procedimos a prenderle fuego al mismo tiempo, Sonia tardó un poco más porque la mecha tardo en agarrar fuego, nuestros nervios estaban al tope, por fín llegó y salimos a escondernos atrás de unos árboles, las tres bombas casi estallaron al unísono, uno de los postes no cayó del todo, a lo mejor la bomba había perdido efecto o los ingredientes no estuvieron correctamente distribuidos.


El estruendo fue tal que unos vigilantes de una empresa que quedaba frente a estos tres postes ya caídos nos dispararon con sus armas automáticas, en ese instante  lo único que se nos ocurrió fue huír de ese lugar lo más rápido posible, porque de un momento a otro seguramente llegaría el ejercito o algún helicóptero a revisar la zona,

Corrimos a más no poder, nos encontramos un cerco de alambre de púas que ni recuerdo cómo lo salté de un sólo, más tarde cuando ya estábamos lejos del lugar, me di cuenta que mi dedo pulgar de la mano derecha sangraba, era una herida leve que me la hice cuando salté la alambrada en la huída, no sentía dolor alguno, pues estábamos calientes todavía por la adrenalina en nuestros cuerpos y el miedo a que nos cayera alguna bala de los vigilantes que también ellos del miedo disparaban a lo loco, quizás pensaban que éramos todo un pelotón que había ejecutado dicha acción miliciana.


Para no levantar sospechas, pues eran las 12 de la noche, decidimos quedarnos a dormir (si es que podíamos) en el cafetal, habían unos hoyos que hacen los agricultores para hechar el abono a los árboles de café y tirar las hojas secas cuando limpian los surcos en la tierra, eso nos sirvió de camuflaje, nos escondimos cada uno en su respectivo hoyo y nos hechamos encima las hojas, de tal manera que quedábamos cubiertos de pie a cabeza, algo así como semi enterrados, para no ser descubiertos por si el ejercito rastreaba la zona.


A las cinco de la mañana despertamos, cada uno llevaba un "pans" y camiseta en la mochila, nos la pusimos y dejamos la ropa que andábamos puesta en la mochila y estas, enterradas en los hoyos, uni de nosotros fue días después a recogerlas sin levantar sospecha.


La acción salió en los medios, Daniel y Yo nos encargamos de hablar a emisoras radiales que "Comandos Urbanos" nos responsabilizábamos de tal acción en el marco de la campaña militar del FMLN de sabotaje a la economía de guerra del régimen.


Cuando íbamos a estudiar a la Universidad pasamos viendo tras la ventana del bus, los tres tristes postes que pagaron las consecuencias de la acción de tres milicianos universitarios tecleños que ya tenían algo qué contar muchos años después a las nuevas generaciones de jóvenes, esto, que conste, no es una apología a la guerra sino, relatar el papel que asumimos jovenes salvadoreños en un lugar, tiempo y situación determinada por cambiar las cosas que estaban mal en el país desde la raíz, ahora,  ya es parte de la memoria histórica.

1 comentario:

Sara dijo...

La verdad es que siempre me intrigan este tipo de cosas, me gustaría que en algún momento pueda hacer algún lindo viaje para escribir cosas como estas pero la verdad es que tengo que encontrar algunos Pasajes al Salvador