viernes, 24 de junio de 2011

La toma fallida de una bodega tabacalera

Fue en mayo del 89 cuando nuestro responsable político militar nos giró la misión de unirnos a una operación de sabotaje de mayor magnitud; fue quizás, mis últimas acciones como miliciano, luego pasaría a otra estructura de cara a la ofensiva "Hasta el tope" en noviembre del 89.

La operación estaba prevista realizarla por la noche; la tabacalera estaba ubicada en Lourdes, Colón, departamento de La Libertad; según mis indagaciones, pertenecía a una firma internacional dueña también de la tabacalera Morazán, cuyas instalaciones se encontraban sobre el Bulevar del Ejército, Soyapango; ya en la década de los noventa, esta firma se trasladó a Honduras, dicen que una de las razones fue porque allá la mano de obra es más barata.


Esta acción revestía importancia porque se daba en el marco de acelerar el proceso de la guerra de liberación en el país y el desgaste a la economía nacional sostenida por los Estados Unidos y,  por franquicias que  "chupaban la sangre a los obreros" y esto les generaba grandes plusvalías (ver Marx y el capitalismo)

Íbamos con toda la emoción del mundo, Daniel y Yo, jovenes  nuestros corazones que latían a un ritmo acelerado porque no se trataba de una caminata de campo, entre amigos que se van de paseo a divertirse, sino, de reagruparse entre fuerzas gerrilleras para ir a "darle en la nuca" (como se decía en el caló salvadoreño en esa epoca) a la tabacalera de Lourdes, Colón.


Eran aproximadamente las ocho de la noche, tomamos el bus que nos conduciría hacia Lourdes, Colón; nos bajamos en el punto acordado; llevábamos una mochila cada uno donde cargábamos una segunda mudada y zapátos adecuados para caminar toda la noche.


A un costado, estaba un compañero  esperándonos en un pick up blanco, nos hicímos el santo y seña para cerciorarnos que éramos de los mismos;  dijo que nos subiéramos en la cama del vehículo en la cual iba una media docena de galones de gasolina.


Dos kilómetros adelante el vehículo se detuvo, estábamos en las afueras de Lourdes; el compañero nos dijo que lleváramos cada uno dos galones de gasolina, se nos entregó un arma corta para nuestra autodefensa, así, caminamos un largo sendero hasta internarnos en los cerros de este lugar al occidente del país.


Después de haber caminado unos cinco kilómetros o más de cafetales y cerros nos íbamos adentrando a la espesura de otra vegetación, más de montaña, eso me indicaba que estábamos más cerca del campamento de la guerrilla y más lejos de la civilización.


Llegámos por fin, ¡que alivio!, mis manos ya encalladas y dormidas por venir cargando los recipientes con gasolina me temblában, a lo mejor,  por la fuerza que hice poco más  de dos horas; de repente escuchámos un tropel en guinda desde una ladera que estába frente a nosotros, venían carcajeándose, bromeándo, en fin; lo primero que se me vino a mi mente...¡ya nos cayó el ejército!, pero nos dice el compa guía, no se aflijan, son compas...este es el campamento.


Me dije hacia mi mismo...-bueno, estos de "changoneta" se toman la guerra..cómo pueden hacer este relajo en medio del monte como si nadie se diera cuenta, y que tal si estuviera el enemigo al acecho...no quedaríamos ni para contarlo, o algún delator que anduviera por ahí cerca.


Conté aproximadamente 13 guerilleros, sumándonos Daniel y Yo, fuimos15, entre estos tan sólo una mujer. Este campamento, según supe, era móvil, pues esta zona no era de control guerrillero sino, de presencia, de tal manera que debía desplazarse cada cierto tiempo para despistar al ejército.


Iniciamos nuestra larga caminata, a Daniel y a mí por ser novatos en esos menestéres, nos volvieron a dar los recipientes plásticos de gasolina y a otro compa que no tengo la menor idea quién era: muchos andábamos camuflajeados y era difícil o imposible reconocernos. Íbamos de tres fuerzas guerrilleras que conformában el FMLN; de las FPL, RN y FAL.


Caminamos por más de dos horas, hasta llegar ala carretera panamericana, ahí nos concentramos y organizamos para penetrar en la tabacalera y sabotearla. Me entregaron un alicate, a Daniel también, esto, para cortar la malla metálica; para sorpresa nuestra, estos alicates no eran adecuados para cortar alambre de acero, le daba por un lado, por el otro y el alambre ni siquiera se veía dañado; otro compa más curtido en estas simplezas me lo quitó y con seguridad lo agarró y también fracasó en el intento, ¡vaya sorpresa!



La vigilancia de la tabacalera nos detectó, entonces, se les llamó a rendirse y que soltáran sus armas, pero en un santiamen se escondieron y, en vez de obedecernos por tener mayor fuerza numérica y armas largas, empezaron a llamar a la guarnición militar inmediata, en ese momento los responsables dicidieron desistir de nuestro intento de sabotear las instalaciones y se armó una breve escaramuza, no recuerdo de qué lado empezó a sonar los disparos, cada quien tomó posición y empezó a disparar, Milton y el compa de las FAL quienes eran los responsables del grupo, con su M16 dispararon a los vigilantes, Yo estaba a la par de ellos, hice lo mismo con mi pistola, de pronto, una lluvia de disparos pasó cerca de nuestros cuerpos, me lance por instinto a tierra, no recordaba que era una pendiente y que al fondo había una quebrada, caí de espaldas, mojé mi ropa pero salí bien librado de esa experiencia.



Para mi sorpresa, cuando íbamos de retirada, veo arriba del puente, sobre la carretera panamericana,a un sujeto con un lanzagranadas RPG 7, ¡vaya mierda...nos cayó el enemigo!, para mi suerte era un compa que estaba sirviendo de contención por si el ejérito  se acercaba.
A este compa le apodaban "el guardia", su aspecto era ese, de un guardia nacional, ni mas ni menos, pero muy aguerrido y audaz.


Nos preocupaba la suerte de los compas que estaban de contención,  también en un radio más  distante, era un compa de las RN y la compañera de las FPL; estos al oir el traqueteo de los fusíles dedujeron que la operación se habia frustrado, por tanto era casi seguro que el enemigo llegaría por ese lado.


En efecto, el ejército llegó por ese lado, nos contaron los compas después, que ellos iban en retirada y fueron detectados por el enemigo, les dipararon pero afortunadamente no hirieron a ninguno, tompoco ellos respondieron para dejar la impresión que eran sospechosos y tampoco delatar que sólo eran dos guerrilleros en retirada.


Reiniciamos nuestro propio via crucis, de nuevo caminamos por el mismo sendero, cafetales, cerros, barrancos, en fin, ya me había familiarizado con el lugar.


Conforme íbamos avanzando muchos compas se iban quedando en el camino; armas y ropa las íbamos enterrando, de repente me entregaron un M16 a Daniel también y nos reunieron con otros dos compas y nos asignaron la misión de llevar esas armas junto con el lanzagranada anti tanque a un cerrito todavía más lejos del lugar inicial.


Le quité el seguro al fusíl y emprendimos el viaje...

 Éran como las tres dela madrugada, casi por inercia caminábamos uno tras otro para no perdérnos en la oscuridad; el cansancio hacía meya y, de repente me quedaba dormido y caminando.


Me preguntaba a mi mismo, ¿y si el ejército estuviera al otro lado del camino y nos emboscara? ¿cuántos saldríamos vivos de esta o heridos ?  apresuré el paso y agarré bien el M16 por si acaso.


Por fin, llegamos al punto donde enterraríamos las armas y trataríamos de dormir un par de horas, así lo hicimos; al alba nos levantamos, sacamos nuestras mudadas que llevábamos en las mochilas y nos vestimos como simples mortales que andábamos de paseo por esa zona.


Logramos salir a la carretera del occidente que conduce a Lourdes, ahí cada quien se dispersó a lo suyo; tomamos el autobus que nos conduciría a Santa Tecla; llegué a mi casa, medio me cambié y me dirigí a la oficina de una ONg a trabajar como si nada hubiése pasado durante la noche.


Como joven de 21 años creía férreamente en que con estas acciones acelerábamos el proceso de cambio en el país a través de una guerra larga y cruenta pero que al final iba a valer la pena el sacrificio por mi país; no obstante, las cosas no sucedieron así, se vino la ofensiva del 89 y lo que parecía tan cercano era al mismo tiempo más lejano.


Nuestra participación como familia en los avatares de la ofensiva del 89, la contaré en un próximo relato hasta llegar a mis reflexiones de la post guerra sobre lo que debió ser y no fue y las esperanzas truncadas de los salvadoreños sobre la construcción de una sociedad nueva y el papel del fmln de hoy. Me tomo el derecho de opinar porque la historia no la tiene sólo la cúpula del fmln de hoy ni la militancia de hoy, la tenemos los salvadoreños que dejamos parte de nuestra vida en la lucha...sobre todo porque "...somos militantes de la vida...y porque nuestros muertos quieren que cantemos" (Mario Bennedetti)

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